Hoy quiero compartir contigo un caso de éxito. Una familia que ha conseguido cambiar sus hábitos con todos los beneficios que esto conlleva. Ver casos como el de Carmen me hace súper feliz y me da mucha energía para seguir difundiendo la importancia de llevar una vida sana y ayudando a muchas personas a conseguirlo. Pero nadie mejor que Carmen para contaros su experiencia.
¿Cómo estabais tu y tu familia antes de cambiar vuestros hábitos?
Pues en aquel momento, no me parecía que estábamos mal. Siempre pensaba en que debería esmerarme un pelín más en la cocina, que las prisas nos llevaban a consumir muchos procesados…Pero ahora es cuando realmente soy consciente de lo mal que comíamos. Creo que nunca me detuve a leer las etiquetas de lo que comía y ahora eso me parece una temeridad.
De la situación de entonces soy realmente consciente ahora.
Entonces sabía que era mejorable, pero no era realmente consciente de cuánto.
¿Por qué motivos decidiste que era importante cambiarlos?
Pues creo que siempre ha sido de esas cosas que uno tiene pendiente, que hay que alimentarse mejor y llevar una vida más sana, etc… Propósitos pero que no llegaba a realizar, o me cansaba enseguida.
Pero en uno de los ingresos hospitalarios que tuvo mi hija por sus afecciones pulmonares, la pediatra me aconsejó que debía perder peso. Es una niña que no come mucha cantidad, pero es muy tranquila y no «quema» lo que come. Y ahí sí que decidí que esto tenía que cambiar, y que el cambio debía empezar en mi.
¿Qué habéis hecho?
Descubrí a Natalia y el famoso «reto 7 días, 0% azúcar» por Facebook, y por curiosidad entré a ver.. Y probé. ¿Qué podía perder? ¿Una semana? Eso no era nada comparado con una vida llena de dietas de todo tipo. Además, una semana sin azúcar, no podía ser nada difícil: total, te quitas cuatro cosas y ya está. ¡Ingenua de mi!! El azúcar está en todas partes, y donde menos lo esperas, disfrazado con distintos nombres… No era tan fácil, y el primer reto no lo superé al 100%, pero decidí seguir porque me sentía mejor. Y a partir de ahí, decidí encauzar a mi familia.
¿Cómo lo habéis hecho?
Para mi el éxito de este cambio radica en poder hacerlo en grupo, y con el apoyo de Natàlia. Siempre una palabra de apoyo, siempre quien resuelva tus dudas… Así es infinitamente más fácil seguir sin rendirse.
Siguiendo las indicaciones de Natàlia, el primer paso fue aprender a hacer la compra.
Nada de hacerla deprisa y corriendo y comprando las cosas que te solucionan ese día que no te apetece cocinar.
He aprendido a planificar, a comprar con calma y sobre todo con consciencia, leyendo las etiquetas y tomando como patrón el plato saludable. Compré una libreta y voy apuntando todas las recetas que se adaptan al tiempo del que dispongo, a los gustos de mi familia..
Empecé a dedicar la tarde de los domingos a cocinar, a investigar recetas, a ver tutoriales de cocina, y durante la semana iba introduciendo nuevos guisos en casa, (con mucha verdura). Y así, los que más gustaban, los fui incorporando como fijos semanales.
Ya no recuerdo cuánto hace que en casa no hemos cocinado patatas fritas.
El siguiente paso fue deshacerme de todo lo que no pensaba volver a tomar: fuera Nesquick, precocinados, pasta de trigo blanca, bollería…
¿Cómo ha cambiado vuestra vida?
Uf, es difícil de explicar porque los cambios son muchos. Y no tanto en la alimentación en sí como en la actitud y la relación con la comida.
Me preocupaba mucho poner a dieta a una niña de 7 años, pero me preocupaba más su salud, y no solo la física, pues en el cole ya la habían llamado gorda en alguna ocasión y temía que esto tuviera un desenlace peor. Tomar cartas en el asunto era absolutamente necesario.
Y no solo se trata como digo de la alimentación, sino también de la relación con la comida. Mi madre es mi gran ayuda diaria, ella recoge a la nena cada día. Tuve que sentarla, explicarle lo que había decidido hacer y pedirle que me ayudara. Se acabaron los zumos de brick, las galletas de chocolate, las chucherías…Pero debíamos encontrar el equilibrio, intentar hacerle entender a una niña que habíamos decidido llevar una vida más saludable, y poco a poco introducir alimentos que antes no probaba o meriendas «poco habituales». La vida social ayuda más bien poco, pero estaba muy decidida. No he querido caer en ser demasiado restrictiva y crearle ansia por comer aquello que le prohíbo. Pero ella ha puesto mucho de su parte, y creo que realmente hemos alcanzado ese equilibrio.
¿Qué habéis conseguido?
Pues para empezar, meterme a mi en la cocina, que eso era impensable, jeje.
Y sobre todo, saber que llevamos una alimentación sana cada día. Si algún día toca salir o darnos algún capricho, pues lo hacemos y no pasa nada. Porque no es habitual, es algo ocasional.
Mi hija ha perdido casi 8cm de cintura desde que hemos quitado los azúcares libres y ha empezado a hacer más deporte, yo he perdido 5kg y me siento como nunca. Ya no me acuerdo de lo que es la pesadez, ni el estreñimiento, tengo la piel como nunca. Esos son los cambios físicos.
Psicológicamente, me siento fuerte como nunca. Tengo la absoluta certeza de haber tomado una buenísima decisión para mí y para los míos: mi pareja decidió hace poco que me veía tan bien que él también se sube al carro.
Pero insisto, creo que formar parte de un grupo es la clave. El sentirse identificada con personas con las mismas inquietudes, la colaboración, el buen rollo.. Ha sido fundamental. No tengo suficientes palabras para agradecer este «golpe de realidad» que me dio Natalia en su día.
Y otro gran logro, ha sido el no tener la sensación de «estar a dieta». Eso ya es historia. Ahora la alimentación es trayecto, y no destino. Esta vida sana, está alimentación no es algo temporal para perder unos kilos. Es una forma de vida, una que mi hija está aprendiendo.
Ha pasado de desayunar Nesquick y magdalenas a bebida de avena con copos de avena y pasas! Y ella misma está encantada.
El día que en un cumpleaños quiso tirar las chuches o el día que me dijo que para almorzar quería llevarse pepino al cole, me sentí súper campeona!
¿Cuáles han sido vuestros retos?
Pues para mi lo más duro, el mayor reto ha sido «desaprender» la alimentación que he llevado estos 35 años que tengo, y concienciar a las personas de mi alrededor, las que me tienen que ayudar con mi hija. Ese «pobrecita, déjala que coma esto o lo otro» no le ayuda nada, y al final tienes que abrirles los ojos y pedirles que se impliquen.
Y hacer la compra: Dios mío, ¡qué difícil puede llegar a ser!!! La clave es tomarse tiempo, se acabó derrapar por los pasillos del súper.
¿De qué te sientes orgullosa?
Pues de haberle puesto tanta voluntad, nunca me he caracterizado por mi fuerza de voluntad y creo que empecé el reto que proponía Natàlia con la mejor actitud: mucha voluntad pero sin obsesionarme. He ido poco a poco, pero he avanzado.
Mi «no marido» me ha apoyado desde el primer momento, y aunque al principio él seguía con su alimentación, jamás cuestionó lo que yo hacía y si estaba mi hija, comía siempre lo mismo que nosotras.
¿Qué le dirías a alguien que también quiere cambiar sus hábitos?
Pues que quizás al principio cueste, como todo. Pero que no hay que obsesionarse, simplemente intentar mejorar. Si hoy no sale, mañana saldrá y si no al otro… Pero que la alimentación a la que tan poca atención le prestamos ¡es la base de muchas cosas! Tenemos un solo cuerpo para toda la vida, y deberíamos tratarlo mejor.
Y a aquellos que se encuentren en mi situación con algún crío: hay que dar ejemplo, es necesario.
Y el último consejo, pero muy importante: únete al grupo de Facebook porque hay gente maravillosa que siempre tiene una palabra amable, una receta interesante o una curiosidad que no sabías!
Inmensas gracias, Natalia. Me has cambiado por completo, y siento que este reto ha sacado la mejor versión de mi.
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